También
tienen los tres en común que, para puntuar, es necesario una carta en concreto
que está en el mercado y que es necesario comprarla cuando sale, pero con
diferentes características en cada uno de ellos.
Empecemos con Pax Porfiriana, juego sobre la dictadura de Porfirio Díaz en Méjico, en el que vamos a ir haciéndonos con cartas de un mercado y bajándolas a nuestro tablero personal para, una vez que están ahí, ir usando sus acciones para conseguir nuestro objetivo y fastidiar a los rivales.
En
este la victoria se consigue con puntos de diferentes lealtades, una vez que
sale la carta al mercado y esta se activa (ya sea comprándola o porque se vaya
al descarte) se comprueba quien tiene más puntos de ese tipo en concreto (no
voy a entrar a definir los tipos ni las características especiales de la puntuación).
Luego nos venimos al Pax Renaissance, aquí ya somos banqueros intentando sacar el mayor beneficio en la época del Renacimiento. Conserva la mecánica del mercado y la forma de puntuación, más o menos, pero ya cambia el desarrollo.
En
cuanto entre con este juego me deshice del Pax Porfiriana, principalmente
porque creo que mejora la forma de puntuación. Aquí ya no dependemos de que
salga una carta en concreto, sino que las cartas de puntuación dejan al jugador
que la activa elegir qué forma de puntuar se activa, quedando activa para el
resto de la partida. Ya te deja más libertad a la hora de preparar estrategias
y de perseguir tu objetivo. Y, por supuesto con mucha interacción.
Me
gusta el juego, sí, me gusta, me gustan los diferentes tipos de batallas, como
se interactúa y como se va desarrollando todo. Pero, en el lado negativo voy a
poner solo dos cosas (las Living Rules del señor Eklund ya las dejamos para
otro día) y es la posibilidad de que se dé un entreturno largo (cuando eliges
activas uno de los lados de tu tablero, activas todas las cartas en ese lado...
y eso pueden ser muchas acciones) y la complejidad de las reglas.
Y llegamos al Pax Pamir, que es el juego de un diseñador diferente a los anteriores. Aquí nos encontramos ante The Great Game (la pelea anglo-rusa por el control de Afganistán) y nos vamos a tener que meter en el papel de señores afganos buscando su mayor interés según qué lealtades.
Voy
a ir directamente a que es lo que hace que este sea el juego que se ha quedado
en mi colección, y convirtiéndose en uno de mis favoritos.
Adicionalmente
tiene que los turnos son más fluidos, ya que también puedes activar cartas de
tu tablero personal, pero solo vas a poder ejecutar dos acciones, no vas a
ejecutar una ristra de cartas enorme. Y el tema de los cambios de lealtad, que
es una mecánica que me encanta
.-
Empezamos con el Pax Porfiriana: me gusta
.-
Pasamos al Pax Renaissance: mejora, para mí, el tema de la puntuación
.-
Y terminamos con el Pax Pamir: simplifica las reglas sin perder dureza en ningún
momento y le mete el toque de la lealtad.
P.S. no tengo intención de ir a por los siguientes Pax que han salido, digamos que Eklund no está en mis diseñadores favoritos, pero no me negare a jugarlos si me los ponen en la mesa
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